Esta cifra representa más de un tercio de la facturación del sector en la región sur del Viejo Continente.
Internet ha revolucionado el intercambio global de información, pero la gente y la economía siguen dependiendo de la distribución de cosas tan reales como las sandías, los componentes de la maquinaria y los ordenadores portátiles, que no viajan por la red, sino por una inextricable y extremadamente ineficaz urdimbre de barcos, trenes, camiones y almacenes que se tragan el 15% del PIB mundial, encarecen un 10% los productos y emiten casi la mitad del CO2 que emponzoña la atmósfera.